Máximo cantor del Yo, del cuerpo humano, del sexo, de la fraternidad universal, de la igualdad democrática; profanador insigne de todas las convensiones de forma y de lenguaje; ignorado, combatido y exaltado por sus
contemporáneos- es hoy considerado el poeta máximo de América, cuya obra,
profundamente renovadora, se ha convertido en fuente de inspiración permanente
para nuevas generaciones.

Biografía: Walt Whitman nació en una casita de West-Hill en la isla de Long Island. A los cinco años despierta al conocimiento en la escuela pública de Brooklyn. Un vagar constante por la isla, un contemplar las labores campestres, el vuelo de los pájaros, la vida de la tierra, el empuje del mar en la playa, le dieron la inspiración poética. A los doce años entró a trabajar en el bufete de un abogado, después en el de un médico; a los catorce ingresó en la imprenta del semanario "Long Island Star". Instigado por la magia de la imprenta, se entrenó con pequeños trozos sentimentales, poemas, cuentos cortos, retratos y paisajes de Long-Islad, en el "Long Island Patriot" y más tarde en el "Mirror de Nueva York". Entre tanto leía a Walter Scott, pescaba, casaba, recibía el influjo del bosque y de la arena. Y a los dieciséis años estaba deslumbrándose con la vida de Nueva York, trabajando en imprentas, leyendo, escribiendo. Un año después estaba de nuevo en su isla, erigido como maestro. Durante tres años enseñó rudimentos de gramática y ciencias en escuelas campesinas de Suffolk y en tierras de Queens, al cabo del cual fundó en Huntington el "Long Islander", un periódico que el mismo escribía, dirigía, imprimía y se ocupaba de la distribución realizándola a caballo. En 1840 vuelve a Nueva York, hecho un gigante, viril, con barba que jamás afeitaría, y trabajaba en imprentas haciendo periodismo. En los resplandores de Broadway transcurre su juventud, alternándose en la soledad, en el café repleto, en el teatro hechizo. En la "Democratic Review", en el "Broadway Journal" y "New World" le publicaron artículos, cuentos, novelas cortas y un folletín con la novela Franklin Evans o el borracho, que le dio popularidad. En 1846 y 1847 dirige el "Dayle Aurora" en Nueva York y el "Brooklin Eagle" en Brooklin. En 1948 se traslada a Nueva Orleand donde dirige "The Crescent". En 1850 regresa a Nueva York y edita en Brooklin "The Freeman" y vuelve a su isla donde trabaja de carpintero y al mismo tiempo se entrega a ávidas lecturas de Esquilo, Sófocles, Dante, Los Nibelungos y viejos poemas hindúes. En esta época publica Canto a mi mismo. El libro en un comienzo obtiene una pésima crítica. Sin embargo Emerson lo considera el más extraordinario trozo de espíritu y sabiduría. Al estallar la guerra de Secesión se alista para el servicio hospitalario y debe atender a su propio hermano herido. Después se emplea en una oficina del gobierno para poder subsistir, colabora en algún periódico de Nueva York y hace su propia comida en la habitación que ocupa en una vieja casa. Ya tenía su público que lo amaba y su popularidad. En 1869 empezó a sentirse enfermo y el diagnóstico fue "efectos de la malaria en los hospitales". Tiene ataques de parálisis. En 1890 compra tierra en un cementerio y manda a erigir su mausoleo. Muere en 1892.
Reseña: Walt Whitman -máximo cantor del Yo, del cuerpo humano, del sexo, de la fraternidad universal, de la igualdad democrática; profanador insigne de todas las convensiones de forma y de lenguaje; ignorado, combatido y exaltado por sus contemporáneos- es hoy considerado el poeta máximo de América, cuya obra, profundamente renovadora, se ha convertido en fuente de inspiración permanente para nuevas generaciones. Hojas de Hierva recoge la casi totalidad de la obra de Walt Whitman. Se publicó por primera vez, por cuenta del propio autor, el año 1855, y aparecieron sucesivamente nueve ediciones, corregidas y aumentadas, la última de las cuales coincide con el año de muerte del poeta. La obra se compone de varias secciones. Las primeras se caracterizan por la exaltación antipuritana, revolucionaria y orgiástica del yo integral. En sus mejores pasajes, el libro seduce por su sentido fresco y lleno de vida de la naturaleza amplia, rica, impulsora; de los espacios: bosques, montes, prados, costas, que el joven continente ofrece; de la vida humana cada vez más activa, multiforme, y al mismo tiempo minúscula partícula en el inmenso y eterno existir del universo. Un panteísmo místico se expande de las sonoras grandiosidades del Canto al pino de california ; una cálida simpatía por la humanidad circundante, que, semejante a un río, corre por delante de los ojos del poeta y se expresa en más de una composición del libro. Por la calle le interesan los rostros, bellos o feos, alegres o tristes, de mil desconocidos hermanos; el carpintero, el herrero, el carretero negro y el segador. Con tanta abundancia de sensaciones, acude espontáneamente la palabra realismo; pero se trata de un realismo transido de espiritualidad, elevado a visión cósmica, palpitante de optimismo, que significa participación total y plena en la existencia de los seres, de las cosas y del mundo. Una poesía notable, luminosa, y llena de belleza.
Obra o Bibliografía: Hojas de Hierba, Novelas cortas y textos periodísticos.
POEMA
CANTO A MI MISMO
I
Yo me celebro y
yo me canto,
Y todo cuanto es mío también es tuyo,
Porque no hay un átomo
de mi cuerpo que no te pertenezca.
Indolente y ocioso convido a mi
alma,
Me dejo estar y miro un tallo de hierba de verano.
Mi
lengua, cada átomo de mi sangre, hechos con esta tierra, con
Este aire,
Nacido aquí, de padres cuyos padres nacieron aquí, lo mismo
que
Sus padres,
Yo ahora, a los treinta y siete años de mi
edad y con salud perfecta,
Comienzo,
Y espero no cesar hasta
mi muerte.
Me aparto de las escuelas y de las sectas, las dejo atrás;
me
Sirvieron, no las olvido;
Soy puerto para el bien y para
el mal, hablo sin cuidarme de riesgos,Naturaleza sin freno con elemental
energía.
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